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Los errores más comunes al contratar a un cuidador formal y como yo los cometí todos

Glamaris Valentín Cameron

Migentegrande.com

Mientras papi era un adulto mayor activo e independiente mi hermano y yo solo hablamos una vez del tema del cuidado extendido para él. Recuerdo que nos fuimos en una fantasía: “si tuviéramos dinero” le contrataríamos enfermeras en turnos de 24 horas y mami sería la encargada de darle “cariñito”. La conversación no fue más allá de un sueño que me llevó a jugar lotería electrónica con mayor empeñoque nunca. Hoy pienso que hubiese sido más productivo investigar y preguntar cuánto cobra un cuidador  y otros detalles que aprendí a cantazo limpio.

Incluso cuando papi enfermó nunca pensé en el futuro, la búsqueda de un diagnóstico para él consumió cada minuto de mi existencia mientras mami lo cuidaba como mejor podía en su casa. Según la enfermedad fue avanzando los cuidados se complicaron y la salud de mi madre comenzó a deteriorarse. Fue entonces, cuando teníamos el problema encima, que comencé a explorar soluciones de cuidadores en el hogar.

Una hoja suelta

Esta era mi única experiencia: cinco años antes papi tuvo tres hospitalizaciones por complicaciones de una operación de corazón abierto. Llegó el momento que mi hermano, mami y yo no dimos abasto para cuidarle y llamé a un cuidador informal o acompañante que repartía hojas sueltas en el vestíbulo del hospital. Resulta que el cuidador no era un enfermero, era un acompañante y se mantuvo hablándole a papi toda la noche. Mi padre, que era una persona muy sociable y de buen humor, me pidió que no lo dejara más con esa persona, “debut y despedida” me dijo. Lo comenté con las enfermeras del hospital y ellas me explicaron que entre ellas mismas me conseguían una enfermera que cuidara a papi por $110 la noche. Las enfermeras graduadas y que trabajaban de día en el mismo hospital fue lo mejor que nos pudo pasar. Podíamos dormir tranquilos y papi descansaba sin interrupciones innecesarias. Aunque la inversión económica fue bastante grande.

La primera enfermera en la casa

Mi padre se recupero de su operación de corazón abierto y se mantuvo saludable y activo más de cinco años hasta que perdió el ritmo del sueño, el movimiento de su torso y hasta su memoria debido a la enfermedad de los cuerpos de Lewy. Le diagnosticaron una condición poco conocida que combina síntomas de Alzheimer y Parkinson. De la noche a la mañana papi necesitaba cuidados las 24 horas para todas sus funciones. Decidimos conseguir una enfermera para que mami pudiera dormir en las noches y se me ocurrió llamar a una de las enfermeras del hospital que lo cuidaron cinco años atrás. Yo conservaba nombres y teléfonos de cuatro de ellas. Solo conseguí una y me emocionó que se acordara que papi “era el señor que usaba boina y que leía el periódico todas las mañanas”. La joven profesional trabajada turnos rotativos en un nuevo hospital cerca de casa y comenzó a cuidarlo los días que su turno se lo permitía. La segunda semana mami pasó tremendo susto cuando vio a la enfermera frente a casa con los ojos cerrados y la cabeza sobre el guía del carro, una noche que no le tocaba cuidar a papi. “Yo pensé que estaba muerta y le toqué el cristal” me dijo mami. La realidad es que la joven profesional no dormía nada (quizás algo una vez a la semana) y no sabía ni  cómo había llegado a casa. Mami se preocupó muchísimo por ella, en especial las noches que no llegaba, ni avisaba. Con mucho pesar le pedí que no viniera más. Aprendimos muchísimo con ella, desde cómo proteger la cama hasta técnicas para vestirlo sin lastimarlo. Nada como una enfermera graduada.

Por referencias

Nos quedamos sin enfermera nocturna y yo asustadísima por la falta de sueño de mami, pero sin poder dejar de trabajar para cuidar a papi. Varias amigas me recomendaron acompañantes con buenas referencias. La primera que llamé me dijo que ella cuidó al familiar de mi amiga por un tiempo, pero lo que le gustaba era cocinar y consiguió trabajo en una cafetería. La segunda referencia era espectacular, un grupo de tres acompañantes que habían cuidado a la madre de una amiga en común. Ellas mismas organizaban los turnos para que ninguna faltara. La “organizadora” llego a casa y conversó con mami y conoció a papi. Todo parecía perfecto hasta que las acompañantes encontraron la zona dónde viven mis padres como alejada y peligrosa. Nunca regresaron. Aclaro que mis padres viven al lado del Aeropuerto Luis Muñoz Marín, más céntrico no se puede vivir en Puerto Rico.

¿Cómo seleccioné a la primera cuidadora?

Ya se deben dar cuenta que sin información y un protocolo a seguir, fueron muchos los errores que cometí al momento de seleccionar un cuidador o cuidadora para papi. Puedo contabilizar mis errores de manera precisa gracias a “La Guía del Cuidador, información valiosa si estás a cargo de un ser querido”. Una útil publicación impresa de Triple-Advantage que mami trajo a casa de una cita médica  (y que yo descubrí unos meses después). En la página 20 y 21  la publicación ofrece recomendaciones antes y durante la entrevista a un posible cuidador de tus viejos. De 15 recomendaciones que ofrece la publicación  yo solo conocía una: “acordar claramente el salario”. Las demás las descubrí cuando era muy tarde.

Fuera de nuestro presupuesto

Papi había guardado celosamente un poco de dinero para “cuando caiga patas arriba”. Pero desconocíamos si esos ahorros eran suficientes.  Definitivamente una enfermera graduada o incluso una enfermera práctica estaban fuera de nuestro presupuesto. Regresé a mi terrible táctica de buscar una hoja suelta, esta vez en la farmacia de mi comunidad. La empresa anunciaba los servicios de acompañantes y yo sin pensar en los problemas enfrentados anteriormente llamé. Me enviaron a una acompañante estupenda. A las pocas semanas, viendo que todo salía bien, la propia acompañante nos sugirió que le pagáramos a ella directamente ya que la compañía le pagaba apenas $7 la hora. Nosotros pagábamos a la empresa $10. De nuevo, sin informarme y sin investigar con nadie acepté. Afortunadamente esta acompañante había sido administradora de un  asilo de ancianos, es muy profesional y en tres años nunca nos falló, se convirtió en parte de nuestra familia.  Sin embargo, mientras la enfermedad avanzaba los cuidados durante el día se hicieron más complicados y requerían fuerza y conocimiento para trasladar al paciente de la cama que mami y yo no teníamos.

Seis meses de espera

Desde que papi comenzó a tener problemas de movimiento solicitamos al hospital de Veteranos de San Juan  los servicios gratuitos de  una enfermera para bañarlo en el hogar y un ama de llaves para preparar sus alimentos. Papi estaba tan malito que de inmediato se lo aprobaron, pero estuvimos en lista de espera por seis largos meses. Al llegar el turno la Administración de Veteranos asigna una compañía privada que contrata a la enfermera y ama de llaves para el paciente. Solo recibimos una llamada de la compañía dándonos el nombre de las enfermeras y una corta lista de lo que ellas podían y no podían hacer. La esperada llamada duró 12 minutos. La llegada de las dos profesionales de la enfermería cambió por completo la salud de mi padre. La enfermera encargada de bañarlo nos indicó qué productos comprar para mejorar su piel y el ama de llaves designada para preparar sus alimentos resultó también ser enfermera graduada esperando revalidar y sacar su licencia.

Nos cambió la vida para bien y para mal

La enfermera graduada que debía encargarse del baño diario de papi resultó una persona con situaciones personales que interferían con el trabajo. Recibía llamadas telefónicas que contestaba gritando y llegaba a su turno muy estresada por las situaciones desagradables que enfrentaba con el paciente del primer turno. A las dos semanas detecté la situación y lo conversé con mis padres. Ellos me dijeron que confiaban en ella, que su carácter fuerte ayudaba a papi a intentar moverse y que preferían mantener sus servicios. Cuando papi fue perdiendo movimiento, la enfermera le levantaba más la voz, situación que detuve y conversé con ella. También lo consulté con la geriatra de papi y ella me confirmó ese comportamiento no estimulaba al paciente, en cambio lo frustraba. Para no afectar el trabajo de la enfermera hablé con ella (varias veces) y le pedí que fuera ella la que pidiera un cambio a la empresa que la contrataba. Pasaron varias semanas y no lo hizo, entonces llamé a la empresa y solicité el cambio. En ese momento no pensé en el resto de los pacientes que tenían enfrentar el problema de manejo de emociones de la enfermera. Mi prioridad fue que la profesional no perdiera su empleo. ¡Malísima decisión de mi parte!

Al mismo tiempo la enfermera contratada como ama de llaves, realizó un trabajo extraordinario. Utilizaba sus estudios y conocimientos para ayudar a papi en diferentes áreas e incluso le salvó la vida dos veces cuando se ahogó con alimentos. Mami, papi y yo la apoyábamos para que estudiara y pasara su reválida. Claro con la gran ilusión que ella fuera la nueva enfermera de baño.

El tiro por la culata

Nuestra ama de llaves pasó la reválida de enfermería sin problemas. En esos días papi estaba muy delicado y no pudo felicitarla como ella merecía, pero mami y yo lo celebramos muchísimo. La semana siguiente, un jueves, ella llegó muy triste a casa, nos explicó que la compañía la retiró de nuestra casa. La compañía nunca nos avisó del cambio y guardamos la esperanza de que todo fuera un error. El lunes siguiente el ama de llaves que estuvo con mi padre durante un año y medio no llegó, nunca más fue asignada a casa.

Resulta que otra familia también había enfrentado problemas con el manejo de emociones de la enfermera asignada a bañar pacientes. La nieta de esa familia  escuchó a la enfermera de baño dirigirse al paciente con palabras soeces. De inmediato la familia pidió que removieran la enfermera de su casa. La única enfermera disponible al momento era nuestra adorada ama de llaves acabada de revalidar. Por eso se produjo el cambio. Como cuidadoras de papi este fue el golpe más fuerte que recibimos mami y yo. Acepto que si yo hubiese hecho una querella formal, tanto a la compañía privada como a la Administración de Veteranos, hubiésemos  protegido los derechos de los pacientes y de las familias a tiempo. Me arrepiento de no haber levantado mi voz.

Desfile de enfermeras

Debido a que la petición de la otra familia afectada fue con carácter urgente y había escases de profesionales, la compañía comenzó a asignar enfermeras y amas de llave diferentes hasta llegar a siete personas diferentes durante un mes. En ese momento ya yo había sometido una querella a la Administración de Veterano, pero el cambio de compañía tardó tres meses. El desfile de cuidadores  incluyó una enfermera fumadora y un ama de llaves que no sabía cocinar. El resto fueron profesionales excelentes que nos advertían que ya tenían sus turnos completos con otros pacientes y no podían quedarse con mi papá. De los siete cuidadores  la compañía solo nos llamó una vez para anunciarnos al nuevo cuidador, el resto de las visitas llegaron sin una comunicación de la empresa. La gran cantidad de cuidadores diferentes en poco tiempo afectó la estabilidad mental de papi y nos drenó emocionalmente a mami y a mí.

Falta de supervisión y controles de calidad

Finalmente se produjo el esperado cambio de compañía la privada encargada de contratar a las enfermeras y amas de llaves para mi padre, paciente de Veteranos. Recibimos una llamada de la nueva empresa y una semana después una visita al hogar que duró dos horas en la que nos explicaron con detalle los deberes y responsabilidades de la enfermera y ama de llaves. La nueva empresa contrató una enfermera graduada para que realizara las dos labores, decisión que benefició mucho a mami como cuidadora y a papi como paciente. La estabilidad se sentía en el ambiente que volvió a ser de hogar. Al cumplirse el primer mes de la nueva enfermera, la compañía llamó para realizarnos una entrevista para evaluar el servicio. Las decenas de preguntas nos confirmaron que el problema que habíamos enfrentado, más que enfermeras deficientes, fue la falta de supervisión de la primera compañía privada y la timidez mía para quejarme.

 No se imaginan cuántas cosas me pasaron por la cabeza, pienso que pude utilizar “La Guía del Cuidador” de Triple-Advantage para supervisar y exigir mejores servicios para mi padre. Hoy sé que existe un “librito” para cuidar a nuestros adultos mayores.

Con alguna regularidad recibo mensajes de algunas de las cuidadoras preguntando por la salud de papi. Él se ganó el respeto de sus cuidadoras por su manera positiva de enfrentar su grave condición. Una de ellas, el ama de llaves que revalidó como enfermera (y que nos retiraron sin aviso) fue a visitarlo en su tiempo libre. Yo estaba cuidando a  papi. Ella se acercó al pie de la cama y le dijo “Vale, me haces falta, te extraño” y papi, que comenzaba a pasar trabajo para comunicarse, le contesto “Extraño yo también a ti”. Nuestra casa se llenó de amor por Mi Gente Grande.

Si deseas conocer más consejos y experiencias reales de cuidadores de adultos mayores búscanos en migentegrande.com y en Facebook/ Mi Gente Grande.

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